El 7 chileno (nuevas verdades sobre chilenos)

«Sí, yo había visto que no había pagado la contribución este mes y me extrañaba porque usted siempre es muy puntual… estuvo a punto de decírselo cuando la vi salir con las maletas, pero me dio verguenza…» Y así, mi conserje da la excusa más chilena para justificar que no me hubiera avisado de mi olvido, dos meses de contribución seguidos que me han llegado, menudo susto al ver la factura. Y el tipo lo sabía, me daba los buenos días sabiendo que no le había dado el cheque, pero no decía nada, «porque le daba verguenza..» Nunca conocí gente más timida y contenida, pensé que con los orientales había alcanzado el límite, pero estos chilenos me están mostrando insospechadas cotas… en la región miran a los chilenos como orgullosos y agresivos. Yo pienso que pueden ser agresivos, y que sí, son orgullosos, pero no como los argentinos, lo suyo es distinto, es un orgullo íntimo, lo llevan por dentro, lo sacan solo cuando les tocas las narices, muy en la onda de los uruguayos, aunque sin su pesimismo existencial.

Supongo que consecuencia directa de ello, es que los chilenos no saben decir que no. De verdad, no les sale, no lo dicen nunca. La de meses frustrantes que me he pasado lidiando con chilenos hasta que he aprendido a conocer su sutil manera de dar una negativa. Esto de «no decir no» los acerca al Pacífico, a las tierras asiáticas en donde dicen que los idiomas no incluyen la palabra «no», porque son demasiado educados. Nunca he llegado a confirmar si esto es cierto. En España recuerdo que una vez que teníamos un tema con la Embajada de Japón, y que yo le insistía a mi secretaria que les respondiera que no podíamos hacer el tema como ellos planteaban, que teníamos que ver otra forma, ella acabó confesando, «mire, es que yo he leído que los japoneses no saben decir que no, así que por eso no me entienden cuando se lo digo…»; pero cuando en Montevideo  les contaba esta anécdota a mis colegas Yuko y Yazushi, ellos se morían de la risa, pero nunca llegaron a decirme si era cierto… ni tampoco me dijeron nunca que no, ahora que lo pienso… Bueno, en aras de las buenas relaciones con el Extremo Oriente, aceptemos que en japonés no existe la palabra «no», ¡pero en español sí que existe, leñe! Pues nada, los chilenos impertérritos, no hay manera. Yo mantengo una reunión con alguna contraparte chilena, en presencia de alguien de mi equipo (chilenos en su mayoría). Termina la reunión, yo feliz, hasta que me encuentro con la mirada resignada de «mi» chileno… Entonces, indefectiblemente, se reproduce este diálogo:

– ¿Qué pasa, te parece que decían que no?
– Y bueno, sí…
– ¿Sí, han dicho que no, o sí, han dicho que sí?
Y el chileno de mi equipo, que a pesar de haber trabajado durante años para españoles, mantiene el gen nacional que le impide decir la palabra maldita, se resiste, suspira, da vueltas, hasta que al fin, compadecido de mis lloros histéricos, acaba reconociendo: «está complicado»

Y eso es lo que hay, es el máximo «no» que una recibe…

Pero mi anécdota favorita con la contención chilena era una que en realidad me inventé, porque yo asumí una cosa que no era cierta (y nadie se molestó en decirme que no, claro está). El 7. Tienen toda una serie de expresiones en torno al 7: «eres un 7», «me saqué un 7″… y yo entonces llegué a la conclusión de que los chilenos, en su genética timidez, no se ponían un 10, ellos mismos se bajaban y se ponían un 7. Y así les contaba a amigos españoles, cuando les describía este país: «no, no es verdad que sean orgullosos, al contrario, figúrate que cuando quieren alabarse, en vez de darse un 10, se dan un 7, como si les diera verguenza darse un sobresaliente, se conceden un notable» Y mis amigos españoles, felices. Porque a los españoles nos encanta escuchar teorías antropológicas simplistas y generalizadoras sobre los latinoamericanos (y sobre todo el mundo, en definitiva, pero esa es otra historia).

El caso es que un día conozco a un profesor de universidad. Y el chico me comenta que se considera un profesor benévolo, «siempre les pongo 7 a mis alumnos»… y yo suspiré y decidí que era el momento de hacer ver a un chileno que no es plan de ir por la vida con tanta tímida contención. «Podrías ponerles un 10…» Y él: «¿un 10, pero cómo un 10…?. Y yo: «que sí, hombre, que si es posible sacarse un 10, es cuestión de esfuerzo, pero se logra…». Y él seguía: «pero un 7 está perfecto», y yo, dale que te pego: «un 10 es mucho mejor, ese debe de ser el objetivo siempre…». La conversación absurda se alargó durante unos minutos, primero porque el chileno obviamente no terminaba de decirme que no, y segundo porque yo, por mi parte, ya tenía claro que Zeus me había traído a Chile para aportar un poco de ambición positiva a este pueblo, y me veía a mí misma como la monja superiora de «Sonrisas y lágrimas» («La novicia rebelde»), cuando le canta a María Climb every mountain… Así que llegó un momento en que yo hablaba y hablaba sobre lo positivo de verse como los máximos campeones, de aspirar a la perfección, mientras que el chileno flipaba mirándome. Finalmente interrumpí unos segundos mi discurso positivista (para tomar aire y para ajustarme la toca imaginaria), y fue entonces cuando el chileno aprovechó para decirme lo que la mayoría ya sabe: que el 7 es la nota máxima que puede darse en el sistema educativo chileno.

Reconozco que al principio me sentí un poco tonta. Además como la cosa pasó en septiembre, mes de la chilenidad, me empecé a mosquear con esto de que los muy cabrones estuvieran estableciendo como costumbre nacional que yo me sintiera Subnormal Hispana en su mes. Pero al final me recompuse.  Mira que son complicados, leñe, es dificilísimo poner notas así, si es número impar, ¡¿donde está el aprobado?! Y así, me puse con una nueva teoría antropológica, sobre lo mucho que les gusta a los chilenos complicarse la vida a lo tonto: «figúrate que en vez de poner un 10 o múltiplo de 10, se ponen un 7, mira que son complicados…»

Pero esa ya la elaboro otro día.

 

2 Comments

  1. Anónimo - 28 octubre, 2014

    Geniaaaal. Un 7!. Sobre todo 2 partes:
    1) "… Y el chileno de mi equipo, que a pesar de haber trabajado durante años para españoles, mantiene el gen nacional que le impide decir la palabra maldita, se resiste, suspira, da vueltas, hasta que al fin, compadecido de mis lloros histéricos, acaba reconociendo: "está complicado"

    Y eso es lo que hay, es el máximo "no" que una recibe…;

    2)"… La conversación absurda se alargó durante unos minutos, primero porque el chileno obviamente no terminaba de decirme que no,…"

    Atte.,El Lector Parásito que NO gusta de la lectura.

    saludos!

  2. El abrazo amplificado (seguimos temblando) - Bitacora de Bronte | Bitacora de Bronte - 29 septiembre, 2015

    […] ha hecho menos gracia que una peli de Paco Martínez Soria. La diferencia va mucho más allá de la obsesión chilena por el número 7, hay que reconocerles que tienen un país con el mérito de tener la condición sísmica más alta […]

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