La buena de Tatiana

Vale, mi última entrada ha despertado una cierta conmoción entre mis amigas solteras (el 90%, vamos), que alegan que ellas tampoco levantan ni sospechas (o no enganchan ni las medias, como me ha apuntado un lector anónimo) pero que encima no han logrado la epifanía divina de tener aparcamiento asegurado. Lo que pretendía ser un desahogo freudiano de mis desventuras amorosas ha acabado convirtiéndose en el mantra de chicas que miran al cielo y ahora claman: «Zeus, ya que no me concedes al mayordomo de Batman, al menos dame estacionamiento gratuito…»

Pues bien, yo siempre solidaria con mis congéneres, mucho más si son lectoras, a modo de consuelo voy a compartir con ellas la que ha sido mi arma secreta desde hace años, un arma con la que he ayudado a decenas de chicas con el corazón roto, un mecanismo infalible que ha devuelto la sonrisa a toda amiga que me ha llegado temblorosa tras un ataque pérfido de un histérico suelto…

Se trata de Eugenio Oneguin. O de la Tatiana de Eugenio Oneguin, en realidad. Estoy hablando de un libro, sí, qué pasa, soy una chica culta. Una novela rusa decimonónica, de Alexander Pushkin. Está en verso, y yo la leí en la Facultad, entonces me gustó mucho, pero mi relación especial con el libro empezó un tiempo después que fui al cine a ver una adaptación de la novela con una amiga. Una amiga a la que yo estaba llevando al cine para que olvidara por un rato sus penas.  A mi amiga un chico la había dejado unos días antes, rompiéndole el corazón a resultas de ese abandono. Cansada de escuchar sus llantos (qué dura es la amistad a veces), me la llevé al cine.  La adaptación era un horror, respetaba bien la historia, pero era un horror, así que yo salí furiosa comentando lo poco que me había gustado hasta que reparé en la sonrisa de mi amiga. Era la primera vez que la veía sonreír desde que su novio la había abandonado. Era una sonrisa peculiar, no era simple felicidad o alivio… era una sonrisa reivindicativa, de despecho satisfecho, de venganza cumplida… y en aquel momento, lo comprendí. Tatiana podía ser el mejor antídoto para un corazón roto.
Pero déjenme resumirles la historia para aquellos que no la han leído, y así me entienden: Eugenio Oneguin es un joven urbanita intelectual que se va al campo a descansar unos días, y allí conoce a Tatiana. Como Eugenio es el típico jovencito presuntuoso de ciudad que se cree “el uno”, mira a Tatiana con condescendencia, por el simple hecho de que es una chica de campo, sin reparar en que es una chica especial. Tatiana tiene inquietudes,  sueños, esperanzas, más allá del simple deseo de todas las que le rodean de enganchar un marido y ponerse a parir cual coneja. Pero Eugenio no ve eso, él asume que ella es “como todas” y “como a todas” la desprecia un poco. Pero como es un tipo especial distinto del resto, Tatiana sí que se fija en él, y se acaba enamorando. Como una idiota, como suele decirse, las mujeres inteligentes siempre se enamoran como idiotas, y Tatiana no es excepción. Y como una tonta le escribe una carta conmovedora (“toda mi vida fue testigo de una entrevista segura contigo…en mi alma resonó tu voz varias veces…”), con la que  Eugenio se descojona y responde con aires de superioridad. En realidad, Eugenio está super conmovido con la carta, pero esa especie de chip nervioso “anti compromiso” que se implanta a los hombres al nacer, se pone a cien, y le impide actuar en consecuencia, así que no contento con rechazar a Tatiana, para dejar claro que no siente nada por ella, se pone a coquetear con su hermana  delante de sus narices. La hermana de Tatiana es un cliché de todos los defectos que suelen atribuirse a las mujeres: frívola, inconsecuente, irresponsable, coqueta, tontita… pero es linda y astuta para lo que quiere, así que tiene un éxito despampanante con todos los hombres que desprecian a las mujeres “que son como todas”. Lo clásico, vamos. El tema es que el mejor amigo de Eugenio se moría por los huesos de la hermana, así que el amigo se agarra un mosqueo, lo reta en duelo, y de resultas Eugenio lo mata. Arrepentido, se las pira, y allí se quedan la pobre Tatiana y la hermana (la cual tarda exactamente dos segundos en encontrarse un tercer pretendiente con el que se acaba casando).

Eugenio vuelve al cabo de los años a Moscú. Y allí se encuentra con que Tatiana se ha casado también finalmente, con un militar retirado que tiene más medallas que poros en la piel, valiente, buena presencia, admirado por todos, el invitado obligado para cualquier fiesta que se precie, y ella está hermosa, y luce como la esposa ideal del marido perfecto. Y obviamente, es entonces cuando Eugenio se enamora hasta las trancas de Tatiana. En realidad, es la típica reacción de querer todo aquello que no podemos tener, yo os apuesto que si se hubiera encontrado a Tatiana solterita, hubiera pasado tres pueblos, pero bueno, Pushkin no juzga, se limita a escribir que Eugenio se enamora de Tatiana o que sencillamente descubre al amor dormido que siempre tuvo por ella. Así que Eugenio empieza a coquetear con Tatiana, pero ella no le hace ni caso, por lo que Eugenio comprende que no le va a quedar otra que bajarse un poco si la quiere conseguir… y le escribe otra carta de amor. “Habiéndola conocido por casualidad, me pareció notar en usted un destello de ternura hacia mí; pero no me atreví a creerlo, y, temiendo perder mi libertad, que hoy en día no representa para mí nada, no quise ligarme a usted…”. Es decir, algo así como, mira tía, que creo recordar que te morías por mis huesos, pero es que me pillaste en mal momento, pero, chachán, alégrate, ahora sí que es buen momento, qué bueno verdad???!!!

Tatiana no responde a la cartita. Al principio, Eugenio asume que lo está histeriqueando, así que no se inquieta y deja pasar unos días más. Pero la respuesta sigue sin llegar, así que Eugenio empieza mosquearse, a ver si no le ha llegado la carta, y decide plantarse en su casa. Tatiana lo recibe en el salón, haciéndole ver que su marido está en la planta de arriba, pero Eugenio no se corta un pelo: oye, Tati, linda, que te he abierto mi corazón, y yo no le abro mi corazón a cualquiera, así que ubicate, ¿vale?, porque te quiero mucho que si no… histeriqueos los justos, los míos y ya sobran…

Y entonces Tatiana majestuosa le recuerda que ya tuvo que aguantar su “lección” en su día, y que ahora le toca a ella. Atención, chicas, ojo, que conozco alguna que ha explotado de la felicidad en este momento. “Yo era más joven y más guapa, y lo amaba, y sólo encontré sequedad en su corazón por respuesta, aún se me hiela la sangre recordando la frialdad de su mirada y su sermón…” Lo acusa de no amarla realmente, de pretenderla únicamente porque tiene un marido famoso y con éxito en la corte, e incluso de querer seducirla por la vanidad de querer marcarse el éxito de conquistar a una mujer conocida por su honradez. Acaba reconociéndole que no es feliz, que todo ese éxito que tiene ahora le es indiferente, “podríamos haber sido tan felices los dos…”. Pero ya es tarde, está casada, y ni loca va a ponerle los cuernos a su marido, arruinando su vida solo porque Oneguin por fin haya logrado desactivar su “chip anticompromiso”… Demasiado tarde, querido. Y se va, dejándolo con la boca abierta…

Mi amiga se recuperó al instante de sus penas, y tiempo después me dijo que la fantasía de imaginarse a sí misma mandando a la porra a su novio arrepentido fue el mejor bálsamo… en su caso, el novio no se arrepintió, pero la fantasía bastó para que se pusiera las pilas y moviera pieza hacia delante… y ahí fue cuando me di cuenta del poder de Eugenio Oneguin. Fue entonces cuando empecé a regalar ese libro a toda amiga despechada que se cruzaba en mi camino.
Y así llegué a la República Oriental del Uruguay. Ahí hice lo mismo, empecé a regalar el libro como medicina… lo que no esperaba es que acabé a un tris de convertirme en la mejor gestora de los derechos de autor de Pushkin, perdí la cuenta de cuántos libros compré, en la librería de mi barrio me llegaron a aplicar un descuento por comprarlos al por mayor… y es que Uruguay me aportó muchos momentos hermosos, muchos amigos inolvidables, mucha felicidad… pero también me permitió conocer a muchas chicas con el corazón roto necesitadas de la firme seguridad de Tatiana… yo misma tuve que acudir a ella en más de una ocasión… Y ahora, a este lado de la cordillera, parece que vamos a seguir necesitando a la buena de Tatiana.

Mi regalo para vosotras, chicas. Usadla con precaución y mesura.

File:Tatianaandonegin.jpg

2 Comments

  1. Emilio Fernandez - 14 junio, 2013

    Hola ¿Cómo está usted?
    Mi nombre es Emilio, soy un chico español y vivo en un pueblo cerca de Madrid. Soy una persona muy interesada en conocer cosas relativas a la cultura, el modo de vida de los habitantes de nuestro planeta, la fauna, la flora y los paisajes de todos los países del mundo etc., en resumen, soy un persona que disfruta viajando, aprendiendo y respetando la diversidad de la gente de todas partes del mundo.

    Me encanta viajar y conocer en persona todos los aspectos mencionados, pero, por desgracia ya que esto es muy caro y mi poder adquisitivo es bastante pequeño, se me ocurrió una manera de viajar con la imaginación por todos los rincones de nuestro planeta. Hace unos años empecé una colección de sellos ya que esta actividad me permite conocer de una forma original algunos aspectos como la fauna, la flora, los personajes, los monumentos etc. de todos los países. Como desgraciadamente, cada día resulta más difícil conseguir sellos, hace algún tiempo que he comenzado otra colección en la que mi meta sería conseguir al menos una carta de cada país y territorio con autonomía postal en el mundo. Este modesto objetivo es factible de alcanzar en la mayor parte de los países, pero por desgracia es imposible de lograr en otros distintos territorios por varias razones, ya sea porque son países en guerra, ya sea porque son los países con pobreza extrema o porque por algún motivo, su sistema postal no está funcionando adecuadamente.

    Por todo ello me gustaría pedirle un pequeño favor:

    ¿Sería usted tan amable de enviarme una carta por correo tradicional de Chile? Entiendo perfectamente que usted piense que su blog no es el lugar adecuado para pedir esto, e incluso, es muy probable que usted ignore mi carta, pero me gustaría llamar su atención sobre la dificultad que tengo para recibir una carta desde ese país, ya que yo no conozco a nadie ni a dónde escribir en Chile con el fin de aumentar mi colección. Una carta para mí es como un pequeño recuerdo, es como si hubiese visitado ese país con mi imaginación y al mismo tiempo, la llegada de las cartas desde un país es un signo de paz y normalidad y una forma original de promocionar un país en el mundo. Mi dirección postal es la siguiente:

    Emilio Fernández Esteban
    Avenida Juan de la Cierva, 44
    28902 Getafe (Madrid)
    España

    También me gustaría invitarle a visitar mi blog: http://www.cartasenmibuzon.blogspot.com allí, si usted lo desea puede echar un vistazo a mi colección y de esta manera comprender de una manera más gráfica porqué le hago esta petición.

    Por último, quisiera darle las gracias por la atención prestada a esta carta, y tanto si usted puede ayudarme o si no, le envío mis sinceros deseos de paz, salud y felicidad para usted, su familia y todos tus seres queridos.

    Atentamente

    Emilio Fernández

  2. Bronte - 19 junio, 2013

    Hola Emilio, intentaré enviarte la carta. Sdos.

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