La cheta de losa radiante

Vale, soy una cheta de losa radiante (nota para españoles: cheta=pija/nota para uruguayos: «pija» en España no es lo mismo que en Uruguay, o al menos no es sólo lo mismo que en Uruguay…). Esa es la definición que Paula y Jenny utilizan para mí. Yo estoy de acuerdo: yo nunca renuncíaría a la losa radiante, ni a cualquier otro sistema de calefacción central que me permita pasar el frío y húmedo invierno montevideano con calorcito hogareño en el sofá de mi casa, y soy capaz de matar antes de perder mi losa radiante porque YO HE PASADO FRÍO. Sí, lectores míos, yo pasé frío en varios sitios en mi vida (¡¡maldita beca Erasmus en Normandía!!!), pero sobre todo pasé frío en Madrid, cuando me mudé a vivir allá en los primeros años del siglo XXI, cuando las tres chicas que compartíamos piso en la calle Florida democráticamente votamos no poner la calefacción individual hasta el 1 de noviembre y así ahorrar en la factura del gas, y yo puse a Zeus por testigo, durante aquel laaargo y frío octubre, envuelta en mantas mientras memorizaba los artículos del Código Civil sobre nacionalidad, que nunca, nunca más volvería a pasar frío… así que aprobé la oposición, ingresé en la Carrera Diplomática, y ya nunca más volví a pasar frío (el que pasé mirando glaciares chilenos no cuenta…)… y por eso yo antes muerta que sin losa radiante, ¡que puse a Zeus de testigo!

Yo adoro a Paula y a Jenny, de todas formas, ellas son de mis amigas mejores del grupo «outside Pocitos». Yo en Montevideo tengo dos grupos de amigos, los «inside Pocitos» y los «outside Pocitos» (nota para españoles: Pocitos es un barrio de Montevideo, que también incluye a mi barrio de Punta Carretas)… esta definición va muuuucho más allá del hecho de vivir fuera o dentro de Pocitos (Paula ahora vive en un piso divino de Punta Carretas, y ella es «outside Pocitos»)… también va mucho más allá del hecho de tener más o menos dinero, tengo amigos «inside Pocitos» que no son particularmente ricos, y amigos «outside Pocitos» con más que saneadas cuentas corrientes en el banco. El hecho de estar fuera o dentro de Pocitos es más un estilo de vida, un modo de pensar, una actitud vital… quien mejor la definió fue quizás Ifat, aquel día que salimos por el Centro en la Noche de las Llamadas, y feliz de la vida le dije, «Ifi, esto estuvo genial, tenemos que salir de Pocitos más a menudo…» Y ella me miró, y agitando la mano respondió: «y bueno… SALÍ»

Mis primeros amigos en esta ciudad fueron en su mayoría «inside Pocitos», con Fa e Ifi a la cabeza, y por eso las quiero particularmente, porque estuvieron allí en mis primeros meses en Montevideo, cuando por tener, yo no tenía ni muebles en mi piso inmenso, y a pesar de ello vinieron a tomar té conmigo sentadas en el piso (calentito gracias a la losa radiante, eso sí)… mis amigos «outside Pocitos» vinieron después, fui sabiendo de su existencia conforme pasaban los meses, y conocí a gente como Gerardo y Gastón que me decían cosas tipo «nena, mirá, el uruguayo no compra la comida en el Disco del Shopping de Punta Carretas…» y por fin algunos fueron capaces de adivinar a la chica que memorizaba el Código Civil con guantes de lana, en la Cheta de Losa Radiante, y así fue como me hice amiga de Paula, Fernando, Leandro, Jenny… (Luego tengo un tercer grupo de amigos, los de Carrasco, pero como yo a Carrasco sólo voy obligada y conducida, porque como es sabido gracias a mi exclusiva entrevista para Galería, yo en Carrasco me pierdo, pues al final los veo casi tan a menudo como a los amigos de España…)

En fin, me voy con Paula y Jenny a tomarme unos gin-tonics tras disfrutar de La Zaranda (¡¡¡lo que he disfrutado escuchando acento andaluz y humor negro español en el Solís!!!). Nos vamos al Mingus en Palermo, que es el sitio en el que tuve mi última cita interesante, con un ex-combatiente de la guerra de Iraq (que al final resultó ser un idiota, pero que en ese momento me fascinó, obviamente tratándose de Iraq y siendo yo la chica «Madame Diwaniya» de la Escuela Diplomática y hoy mujer que circula con un «llavero souvenir» comprado por Pablo Rupérez en el aeropuerto de Bagdad en plena guerra…)… el Mingus es también el bar en el que Jenny hace meses deleitó a Manolo Durán, de visita desde Buenos Aires, contándole el partido Ghana-Uruguay del Mundial de Sudáfrica (¡¡Loco, no la piques, no la piques, no, Loco, no!! ¡¡Ay, que la va a picar, que la pica, que la picó… y que LA METIÓ!!!! Nota para españoles: … ay bueno, no rompáis las bolas, buscadlo en google…).

Dos horas y tres gin tonics bastan para que Jenny, Paula y yo resolvamos el mundo. El mundo masculino, obvio, qué interés tiene en resolver el mundo financiero, a ver… Y ahora es cuando mis lectores se preparan para leer los cotilleos del mundo teatral uruguayo, y no, lamentablemente, les voy a decepcionar, porque cuando inicié este blog me prometí a mí misma que nunca, bajo ningún concepto, desnudaría las intimidades de nadie, excepto las mías propias, así que desencantaos… Conforme pasa la noche (y los cotilleos…), llegó a una Conclusión Genial, de esas que si yo fuera Presidenta del Mundo Mundial deberían estudiarse en los colegios: el problema con las relaciones hoy día es que somos hijas de una generación de mujeres que en el fondo consideraban a los hombres una raza inferior, y de ahí que ellas lo hicieran todo para ellos, que les cocinaran, limpiaran, cuidaran, educaran a sus hijos en solitario, organizaran sus cuentas, etc, etc, porque en el fondo miraban a sus hombres como niños pequeños incapaces de valerse por sí mismos… nuestra generación, en cambio, cree en la igualdad, por encima de todo, y por ello, exigimos a los hombres lo mismo que nos exigimos a nosotras mismas… es decir que los problemas no vienen de que hombres y mujeres por fin sean iguales, sino porque nosotras los consideramos iguales…  Yo estoy feliz con mi Conclusión Genial, y los gin-tonics me hacen pensar que es una Conclusión Genial de la Muerte que merece un pormenorizado desarrollo… Paula y Jenny están de acuerdo y me ayudan, aunque no sé si es porque lo piensan de verdad, o porque se han puesto hasta el culo de gin-tonics (bueno, seré justa, Jenny sólo tomó uno)…

Me despierto al día siguiente a las 9 de la mañana con un dolor de cabeza monumental y cubierta de sudor… en mi piso maravilloso de losa radiante nunca hace frío… pero ¿y el calor, hablamos del calor…?

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