Mirando hacia atrás (II)… Silvina

Sigo en pleno trajín de limpieza y siguen saliendo tarjetas, recibos, postales, papeles y más papeles, que me retrotraen a momentos determinados de mis cuatro años en Uruguay… hoy apareció una factura del Puerto de San Anselmo, que es un restaurante a las afueras de Piriápolis, y recordé mi primer viaje a Punta del Este, con Pilar y Silvina. Este es un recuerdo hermoso pero que ahora me resulta triste, porque recientemente supimos de la muerte de Silvina, tras una larga enfermedad.

Recuerdo perfectamente el día que conocí a Silvina. Sábado, 4 de octubre de 2008. Yo había llegado a Montevideo el 1 de octubre, ese mismo día conocí a Pilar, nuestra canciller en el Consulado, que me prestó el colchón sobre el que dormí mis primeras semanas aquí (favorcito), y además me presentó a algunos de los que luego serían mejores amigos (favorazo). Eso lo hizo el sábado, que era fin de semana de Patrimonio, que en Uruguay se celebra al modo francés de “puertas abiertas”: pasé la mañana caminando por la Ciudad Vieja con Pilar y Gus, al que adoré desde el segundo número 1, siguiendo las líneas amarillas que marcaban el sendero de la antigua muralla de la ciudad, un proyecto en el que había trabajado un compañero arquitecto de Gus, pasamos por la tienda de Ana Livni y Fernando Escuder, y acabamos obviamente en el Mercado del Puerto, sobre el que ya he dicho que es uno de los sitios que más me gustan de Montevideo.

Luego salimos de noche, Pilar organizó la previa en casa, y allí estaba Fa, aún recuerdo lo hermosa que me pareció, y allí estaba Silvina, una periodista argentina que estaba en la ciudad trabajando con ANSA, y que me cayó genial al instante. Esa noche fue tan tan divertida, fuimos al Lotus, una discoteca hortera en el World Trade Center, y volví a mi hotel  (entonces aún no tenía  mi casa de losa radiante), de madrugada, con una sonrisa de felicidad, por las perspectivas que Montevideo había despertado en mi primer sábado aquí.

Días más tarde, Pilar nos metió en su coche a Silvina y a mí, y nos llevó a Punta del Este, ahora me puse a rescatar nuestras fotos frente a los famosos dedos de la Playa Brava…

Pero tuvo el acierto de hacernos pasar antes por Piriápolis, que me encantó. Piriápolis es el primer desembarco de los argentinos en la costa uruguaya, atraídos por este balneario construido a la imagen de la Costa Azul, por un empresario visionario, Francisco Piria. Ahora que los argentinos se instalaron en Punta y más allá, Piriápolis ha quedado englobado en los balnearios uruguayos (Atlántida, la Floresta, las Flores, Bellavista…). Bueno, ser, son todos uruguayos, pero esos son los balnearios en los que la mayoría de los uruguayos pasan las vacaciones, porque Punta del Este, en realidad es argentino. Yo tenía muchas ganas de ver Piriápolis, tenía en mente las imágenes de la película Whisky, y aún recuerdo la impresión que me produjo ver el Hotel Argentino… hacía poco que había visto el barrio montevideano del Prado, que tiene todo el aire de una peli de Visconti… pero el Hotel Argentino es ya directamente «Muerte en Venecia»… desde ese día, he llevado a todas mis visitas al Argentino, y todos han adorado su majestuoso aire decadente.

Con Silvina fui al evento por la reapertura del Galpón, un grupo teatral cuyo teatro expropió la dictadura uruguaya, y de vuelta nos reímos con el aire circunspecto y austero de la celebración, con los aplausos justos, «estamos de fiesta» decían los presentadores con aire serio para presentar a continuación un extracto de «Montevideanas», que no es una comedia precisamente… Analizamos eso que dicen muchos de que los argentinos son más alegres porque heredaron la vitalidad de los italianos, mientras que los uruguayos tienen la contención pausada de los castellanos, afirmación con la que yo no me mostré muy de acuerdo, sobre todo por la parte española que me toca, ¡austera, pausada y contenida, yo!!

Y recuerdo perfectamente la última vez que vi a Silvina. Fuimos juntas a ver «Las viudas de los jueves», que retrata los días del «corralito», pero desde la perspectiva de un country argentino, de unos ricachones que se niegan a ver que están tan arruinados como el resto de sus compatriotas… a la salida, Silvina me estuvo contando sus propios recuerdos de aquellos días de Navidad de 2001-2002, las manifestaciones contra De la Rúa, los cambios de gobierno, la frustración, el miedo…

Hace poco volví a ver Whisky, que retrata maravillosamente el Uruguay posterior a su crisis bancaria de 2002, en la que ni coches circulaban por las más tristes que nunca calles de Montevideo… vista ahora, sin embargo, la película resulta anticuada, el Uruguay que muestra ya no es el Uruguay del que me estoy despidiendo, lo que ha cambiado en estos 4 años… incluso veo a los uruguayos distintos, menos contenidos y austeros, ahora aplauden más, me parece que se empiezan a creer que son un gran país… me gustaría mucho conversar sobre esto con Silvina, qué pena me da pensar que no volveré a disfrutar de su charla inteligente y amena…

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