El bombo: «siempre nos quedará Madrid»

¿Dije que esto de no saber donde estaré viviendo en unos meses me estimula? Pues mentí, mentí para hacerme la interesante, mentí, lo confieso, porque la verdad es que estoy harta, harta de esta incertidumbre, harta de no tener siquiera una idea aproximada del continente en el que celebraré el próximo 12 de octubre…
La culpa obviamente es de los Secretarios de Primera, que por el momento no sueltan prenda… aunque si hemos de ser justos, ellos pueden defenderse alegando que los Consejeros no soltaron prenda hasta ayer (día en el que según el Reglamento tienen que elegir), y ellos a su vez podrían decir que no hablaron porque los Ministros Consejeros estuvieron calladitos hasta el día de autos… y si hemos de ser lógicos además de justos, habrá que pensar que en estos momentos los Secretarios de Tercera deben de tener un mosqueo de narices acusándonos a los de Segunda de que no estamos dando información alguna. Y es que esto del bombo es como el poema aquel del sabio que tan pobre y mísero estaba que solo se alimentaba de unas hojas que cogía, y que de pronto se da cuenta que por detrás de él hay otro viejo tomando las hojas que él desecha… así es el bombo, siempre tienes a alguien por detrás a quien fastidias con tus elecciones (y tus silencios). Pero yo no voy a ser justa ni lógica, a mí ahora sólo me importa qué poner en mi papeleta de peticiones, ya que así somos los diplos bombeando: siempre con la mirada hacia delante.

En mi vida en este momento sólo existen dos hombres. Vivo pendiente de sus actos, tengo memorizados todos sus teléfonos, leo sus correos con pálpitos acelerados en el corazón… creo que ni el mismísimo Brad Pitt podría provocar el temblor de piernas que experimento al hablar con ellos, en definitiva, las kilométricas colas de hombres esperando a mi puerta para recibir una sonrisa de mis labios (nota para todos: es mi blog, miento y exagero como se me canta el culo), pues nada, tendrán que seguir esperando porque en la actualidad sólo tengo ojos y oídos para mis dos representantes en la Junta. El hecho de que tenga que compartirlos con toda mi categoría (unas cuantas decenas de compañeros), no despierta mis celos porque así somos los diplos bombeando: aceptamos la poligamia de nuestros representantes con naturalidad. Además, un buen representante (y yo he tenido y tengo la suerte de tenerlos) sabe hacerte creer que en el fondo sólo le importas tú… y es que así somos los diplos bombeando: frágiles por nuestras carencias afectivas.

En fin, vuelvo a la realidad, a quién pretendo engañar: esta es la vida que tenemos porque esta es la vida que elegimos, y tan sólo una cosa es segura y cierta… que siempre nos quedará Madrid…

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