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Desayuno con mariquitas

Mariquitas descansando tras festín de pulgón
Mariquitas descansando tras festín de pulgón

Vale, amo a mis mariquitas. Aquí estoy, tomándome el desayuno con ellas. Son mi nueva familia.

Reconozco que el primer día no fue tan bien, y que si hubiera escrito entonces, el encabezamiento hubiera sido «mis mariquitas son unas imbéciles». Hay que entender que el viaje para ellas fue traumático, porque venían en su caja, primorosamente envueltas y protegidas, las 16 que me llegaron perfectas (gracias, Javier!!). Pero al llegar, con todo el traqueteo, estaban como las locas.

Mis mariquitas estaban como las locas. (chiste fácil, ok, pero es que fue así).

Meterlas en sus dos nuevas casitas (dos tuppers acondicionados según lo investigado en la web) fue un caos: corrían, volaban, se quedaban en la ranura de la tapa de cierre (he aprendido que les encanta este tipo de huecos, ahora les puse un carton ondulado y están tan contentas ahí), con lo que no podía cerrarlos y mientras las sacaba, las otras echaban a correr… Encima, pronto uno de los tuppers resultó defectuoso: resulta que les había abierto una ranura demasiado grande y por ahí que se iban. Ese día, al volver de la oficina, las cabronas se paseaban por mi vestíbulo, casi podía oír sus risitas, aquí estamos, menuda casa de m… que nos has hecho…

Y por supuesto, pasaban de los pulgones. Eso sí que era irritante. Los pulgones se paseaban por el tupper como Pedro por su casa… hubo uno que incluso pasó entre un grupo de ellas… ¡y ellas se apartaron para dejarlo pasar!! Casi las mato del cabreo.

Pero al tercer día, la cosa empezó a cambiar. Las había juntado a todas en el mismo tupper (de donde no pueden escaparse), y eso les gusta. Son animales de grupo estas catarinas (estoy aprendiendo nuevas definiciones), les encanta estar juntitas, a veces las pillo descansando amontonadas… luego empecé a ver que ya no había pulgón alguno… y luego aprendí que hay horas del día en que casi hibernan, así que podía abrirles la caja, cambiarles todo y ellas ni se inmutaban…

Ayer, de vuelta de una cena, decidí que se merecían un festín, así que les incluí un pétalo de rosa infestado de pulgón… fue un espectáculo increíble. Ya nunca más pensaré en la mariquita como un animalito que saca su manto y se va a misa… pensaré en zombis tranquilos devorando a sus víctimas… En un momento determinado, los pulgones se dieron cuenta de la que se le venían y trataron de huir, en grupo, una masa compacta verde moviéndose por el pétalo… las mariquitas se mantuvieron tan tranquilas como un GEO de servicio, y sin hacer mucho drama los cercaron.

Y los devoraron.

Mi problema ahora es que mucho comer, mucho darle tientos a las pasitas que les puse como golosina, mucho bañarse en los algodones húmedos, mucho hibernar… pero de fornicar, nada.

Mis Vaquitas de San Antonio estaban muy castas ellas.

¿Cómo hacer para que se pusieran en faena? ¡Houston, necesitamos un afrodisiaco para mariquitas! Ahí fue ST el que llegó tranquilo, y me recomendó ponerles a Marvin Gaye, al ritmo de Lets get it on. «Pero sin son sordas, qué se van a enterar»

«Works every time, baby»

Así que probé…

Mariquitas fornicando al fin...
Mariquitas al ritmo de Marvin Gaye

Every time…

Así que aquí estoy, esperando a los huevos…

CONTINUARÁ (espero)