Juro decir la verdad, toda la verdad…

Me acusan algunos lectores de este blog de que no cuento todo y que no siempre me ajusto a la verdad. Porque sí, es un hecho, tengo otros lectores aparte de mis padres y mi hermano (mi hermana no me lee, ella dice que le pasa como a Samantha, la de Sex and the City, que nunca tenía tiempo de leer las columnas de Carrie). A esos lectores, aparte de agradecerles de corazón que dediquen parte de su tiempo a entrar en este blog y leerlo, les aclaro: no cuento todo, porque quiero seguir teniendo un trabajo y amigos, y no es que mienta, sencillamente soy creativa con determinados detalles…

Pero en honor a estos lectores, hoy voy a tener un momento de descarnada honestidad, y contar determinados detalles que en su momento preferí omitir…

Empecemos por el capítulo de los logos. Me reclaman que sólo me centré en los casos en los que las contrapartes escamotean los logos, y no en aquellos en que ocurre justo lo contrario… Bueno, por ahora, yo sólo he tenido un caso, con el auspicio de un rapero español. Esto requiere explicación previa: una declaración de interés general por parte de la embajada de turno permite a los productores de un espectáculo extranjero deducir determinados impuestos. Es una práctica habitual, completamente legal, con la que apoyamos a nuestros artistas en el exterior. Yo aquí normalmente exijo únicamente que el artista tenga un acreditado reconocimiento objetivo en el medio correspondiente, no entro a si me gusta o no porque eso sería censura indebida, y chequeo que luego los carteles promocionales exhiban correctamente nuestro logo, ya está. Y hace unos meses vino un rapero español. Yo no sé nada de rap, pero investigamos, y resultó que el rapero era super seguido y admirado en toda Latinoamérica, nuestro Facebook ardía con citas a sus canciones, así que nada, auspicio concedido. Y unos días después la productora nos pregunta si de verdad queremos que salga nuestro logo en la publicidad. Yo ya me disponía a soltarles mi frase inmortal sobre la importancia del tamaño de los logos, cuando me añaden, “no, si es que como el cantante participa en el Legalize Festival…” Y yo con esta ingenuidad que Zeus me ha dado, pregunto, ¿legalizar el qué, la paz mundial? Pues no, el festival pedía la legalización de la marihuana, y allí que lucía nuestro logo institucional, todo hermoso rodeadito de hojas de cannabis… En fin, que no pusimos el logo (porque una sede diplomática no puede instar cambios legislativos en el país de acogida, para los que aún tengan dudas, que mis lectores son muy diversos).

Luego está aquello que silencié en el capítulo sobre mi dulce nana Rosa the Pooh.  Mis amigos me afean que largara sobre su afición a la miel y callara sobre su incipiente historia de amor. Porque sí, Rosa pinchó en el vecindario (ya me dijeron como se dice ligar/levantar en chileno). Nada más llegar, en realidad, a la segunda semana me confesó con sonrisa pícara que el jardinero de la finca le había dicho de ir a almorzar algún día… sigo con mi descarnada honestidad, lo confieso, mi primera reacción fue de envidia: en una semana la cabrona ya había ligado en MI vecindario mientras que yo, que no levanto ni sospechas, no arrancaba ni una maldita sonrisa de los vecinos con los que raramente coincidía en el ascensor. Pero a la envidia cochina siguió la preocupación, porque me puse a pensar que si la cosa cuajaba entre mi nana y el jardinero, ya tenía yo muy claro cuál iba a ser su nidito de amor… y mira no, yo soy muy liberal y todo lo que quieran, pero eso de que en mi cama se lo monte mi nana con el jardinero, pues como que no. Así que miré muy seria a Rosa y le dije que a mí ese señor no me inspiraba confianza alguna, que seguro que no buscaba nada formal y que le proponía lo mismo a todas las nanas. Yo no sé si fueron mis palabras, pero Rosa no volvió a hablar del jardinero, que diariamente me mira tenebroso e incluso alguna vez me salpicó con la manguera, para mí que sospecha algo… David aún me reprocha que haya puesto el inmaculado estado de mis sabanas de hilo por encima de una posible historia de amor, pero a mí me da igual, porque así soy yo, egoísta y fría por naturaleza.

Y finalmente, está la historia de mi tocaya la emperatriz francesa, que aquí piensan que estoy super eurocéntrica con tantas referencias a batallas entre franceses y españoles, y que ya es hora de que empiece a largar sobre la historia que verdaderamente importa: la latinoamericana. Mis lectores aquí se toman muy a pecho los discursos de Piñera sobre la Alianza del Pacifico y la Unasur… y como yo me debo a mi público, ya me estoy preparando, y en breve, mi primer y sesudo estudio sobre la historia chilena.
Como dicen los orientales: apróntense…

6 Comments

  1. Anónimo - 25 mayo, 2013

    Reina, que no te comente no quiere decir que no te siga, incluso sin necesidad de recibir tu entrada por correo, lo que me encanta, ya que me parece un oportuno aviso y una encantadora deferencia hacia una siempre admiradora.

  2. Bronte - 25 mayo, 2013

    Pero si me la paso mencionándote!!

  3. El sastrecillo valiente - 27 mayo, 2013

    Si partimos de que LA VERDAD no existe, ya está todo dicho. Además de que para contar TODA la verdad habría que ser "Funes el memorioso". Un saludo de alguien que te lee aunque no escriba.

    http://misrelatosyesteblog.blogspot.com.es/

  4. Bronte - 27 mayo, 2013

    Este comentario ha sido eliminado por el autor.

  5. Bronte - 27 mayo, 2013

    La verdad esta sobrevalorada 🙂 gracias por tu comentario y por leerme. Tu hoy llegaste a 8001 conmigo y no sera la ultima…

  6. Anónimo - 1 junio, 2013

    Me encanta tu blog , es muy entretenido

    Saludos felipe

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