¿200 años es mucho o poco?

 BQue veinte años no es nada, decía la canción. ¿Y 200? ¿Son mucho o poco, suficientes o apenas un soplo en el largo huracán de la Historia…? En este año de Bicentenario esa pregunta ha circulado mucho por este país, en realidad la misma designación de 2011 como año de celebración del Bicentenario fue polémica, todavía hoy en los periódicos abundan las cartas al Director con puntualizaciones históricas sobre lo erróneo de elegir esta fecha (que en el fondo son bastante ciertas, Uruguay nació realmente en 1830, pero un Bicentenario en esas fechas, tan alejadas del resto de celebraciones de América Latina, hubiera aislado al país)… lo anecdótico es que elegiendo 1811, la potencia colonial era España, y así Uruguay omite simbólicamente que es el único país de Hispanoamérica que no se independizó de España sino de Brasil… pero todo esto son consideraciones en las que no voy a entrar, porque desde Madrid la idea ha sido muy clara desde el principio, acompañar los festejos de los Bicentenarios en todos los países latinoamericanos, y Uruguay no ha sido excepción.

Al principio la cosa no pintó fácil, me pasé la mitad de 2009 y 2010 buscando alguna contraparte, y ni siquiera estaba nombrada una Comisión… pero a fines de 2010 el tema se activó, se nombró a Gabriel como Secretario Ejecutivo, él se trajo a Bruno, y el Bicentenario uruguayo tomó forma rápidamente… y yo me lo he pasado muy bien trabajando con ellos… estuvo la lectura maratónica del Quijote, cuando nos trajimos a Pepe Guirao y Rafa Doctor, ahora con los graffittis en el muro del Cementerio del Buceo, nos queda aún la fiesta de la colectividad española en diciembre, y bueno, estuvo la celebración de este lunes, para mí fue muy bonito poder ser testigo de parte de la interna de la organización de algo que fue sencillamente increíble, 3 escenarios con actuaciones en vivo durante toda la tarde,  el Cuarteto de Nos, Jorge Drexler, Rumbo, la Vela Puerca, Gilberto Gil, Dani Umpi… la calle 18 de julio dejada a miles de peatones que circularon bajo banderines y luces de colores absolutamente alucinados, yo iba con Gus y Jenny que no dejaban de decir que aquello era insólito, algo nunca visto en Uruguay… en cierto modo, me recordó un poco a 1992, con las Olimpiadas sobre todo, con aquella inauguración impresionante en la que de pronto España entera se creyó que podíamos hacer las cosas bien… ¡qué digo bien, mejor que nadie…! Yo creo que en unos años se podrá ver quizá este 2011 como el año en que los uruguayos salieron de su cascarón de bajo perfil y empezaron a verse como un proyecto con futuro…

Y como con nosotros en el 92, la Fura dels Baus también estuvo aquí, un broche de oro para este día histórico… yo sabía que su contratación no estuvo exenta de polémica, hubo quien dijo que la Fura con sus espectáculares montajes no se adecuaba bien al carácter calmo del oriental que camina con su mate por la rambla, hubo quien dijo que a qué venía gastar tanto dinero, hubo quien dijo que la Fura no sabría hacer nada que medianamente tuviera que ver con el Uruguay, y hubo quien dijo que cómo unos españoles podían ser el plato fuerte de una celebración de Bicentenario (¿200 años es mucho o poco?)

Pero el gobierno lo tenía claro, quería una celebración patria a lo grande, y la tuvieron… aquella muñeca de 8 metros bailando candombe, esa bola gigante de la que «nació», tras romper aguas, la Patria uruguaya, la payadora cantando (luego Carlos Padrissa, unos de los directores de la Fura, me comentó que había investigado el origen vasco de los payadores y que por eso lo había incluído), un tango bailado desde las paredes de la Torre presidencial… luego hoy hemos ido leyendo críticas varias, «espejitos de colores» decía la tira cómica de La Diaria (cuyo crítico de arte, en cambio, puso el espectáculo por las nubes), la mayoría laudatorias, algunos criticando el coste de todo, pero de todas las cosas yo me quedo con la sonrisa de mi empleada, que se fue solita a pasear por 18 de julio dejándose a la familia en casa y se quedó hasta el final, hasta que la muñeca gigante encendió la antorcha para despedirse, qué lindo todo, fue presioso, qué increíble, me contaba ilusionada al día siguiente…

200 años no es mucho… pero sí que puede serlo una sóla noche.

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