Sobre Uruguay

Rumbo a las Reducciones jesuíticas (I): amores lorquianos en Salto

Iniciamos nuestro viaje a las Reducciones jesuíticas del Paraguay en Salto, posiblemente la ciudad que más me gusta del interior del Uruguay, sobre todo porque es una de las pocas que merece el apelativo de “ciudad”… pero además me gusta porque tiene mucha personalidad, se notan aún los vestigios de cuando Salto plantaba cara a Montevideo en actividad, de cuando los salteños se fijaban más en Buenos Aires, que técnicamente les pilla más cerca, que en su propia capital, a la hora de construir edificios, por ejemplo, y de cuando las grandes compañías que circulaban por Argentina incluían a Salto en sus giras (Salto tiene de hecho uno de los teatros más lindos del interior). Además están las termas, y hoteles como el Horacio Quiroga, al que mis padres y yo nos declaramos adictos por el entorno impresionante, uno de los mejores sitios para desconectar. Aunque esta vez nos quedamos en el Concordia, en pleno centro, muy bonito aunque con ese aire decadente (y falta de acondicionamiento en definitiva) que adolecen tantos edificios en Uruguay lamentablemente.

En mi primera visita a Salto, con mis padres, ya hace tres años, tuvimos un guía de primera, Edmundo, un profesor de arquitectura de la facultad, hijo del arquitecto responsable de algunos de los edificios recientes más emblemáticos de la ciudad. Edmundo es un verdadero enamorado de Salto y nos la enseñó con todo el cariño… en esa visita conocimos a una pintora y escultora, Elsa Troilo, que es una de las mujeres más interesantes que conozco. Vive en una casa art déco maravillosa, llena de cuadros y esculturas, de todos los materiales imaginables, trabajó mucho inspirándose en poemas de San Juan de la Cruz, dorados y cera sobre las letras de los versos, y ahora está con Rafael de Courtoisie. Elsa es un volcán de actividad, cuando no imparte un taller, está dando clases, u organizando a un grupo de artistas locales, o participando en una exposición colectiva o mandando cuadros a Punta del Este para coleccionistas brasileños.

Hoy nos vamos al Museo Gallino (museo de bellas artes de la ciudad, muestra clara del poderío que tuvo en su momento), en donde Elsa exhibe una escultura de un taller en el que trabaja y en el que también está su hija Gabriela. Elsa ha hecho para la ocasión un ángel de tamaño humano, mientras que su hija ha hecho una especie de virgen con huesos de vaca y cemento, una mole impresionante que desde lejos parece un manto de encaje, y con el que Gaby ha querido resaltar los huesos de los animales que dieron la riqueza a Salto en su día, en un museo que fue construido gracias a esas vacas.

Estos días en Salto la gran comidilla es el libro de Rafael Rocangliolo, “El amante uruguayo”, en el que relata los supuestos amores entre Enrique Amorim y Lorca. El autor se ha documentado bastante para hacer el relato, aunque está por ver la realidad de lo que cuenta. Elsa nos comenta que la supuesta homosexualidad de Amorim produjo sorpresa en la ciudad, en donde se le tenía por un mujeriego. Edmundo, por su parte, tiene escasa simpatía por el personaje, en la línea de cómo lo describe Roncagliolo en realidad, al que califica del “primer cholulo del Río de la Plata”, siendo “cholulo”, un tipo que gusta acercarse a los famosos y demás… el libro termina insinuando que los restos de Lorca están en Salto, en el monumento que Amorim hizo construir en su día en honor al poeta.

Paseamos hasta allí, es un túmulo de piedras, moderno y original, rodeado por el Río Uruguay, muy bonito. Se construyó por los años 50, Edmundo duda de si su padre fue el diseñador pues era encargado de obras de la Intendenciaen aquella época, y fue el primer monumento de homenaje que tuvo Lorca en todo el mundo. Tiene inscrito los últimos versos del poema de Machado: Labrad, amigos/ de piedra y sueño en el Alhambra/ un túmulo al poeta/ sobre una fuente donde llore el agua / y eternamente diga: / el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!

Pienso en Granada y en nuestro poeta más universal, y pienso que quizá no sería un mal fin, que igual Lorca hubiera estado conforme con que su última sepultura fuera este lindo rincón a orillas del Río Uruguay, construido con todo el cariño por alguien que como mínimo lo admiró enormemente, y financiado por un pueblo que respiraba civilización y libertad cuando nosotros vivíamos en dictadura…

Desde las alturas

«Estar en tierra hace mal» sentencia el instructor de Guillermo. Es un hombre encantador, todo un caballero que no ha descansado hasta verme sentada en su propia silla (porque poco más había en su simple despacho) y con una bebida fría en la mano. Estamos en el aeropuerto Angel Adami, en Melilla, a las afueras de Montevideo, y acabo de volar por primera vez en avioneta ligera, pilotada por mi amigo Guillermo. Guille trabaja en nuestra Oficina Comercial como becario del ICEX, pero su verdadera pasión es volar, sacó su título de piloto en España, y ahora está completando las horas de vuelo que necesita para pedir trabajo en aerolíneas.

Con Guille he aprendido que ser piloto no es sencillo hoy en día. La mayoría de las aerolíneas en América Latina, por ejemplo, exigen la nacionalidad del país de origen de la aerolínea, y si no se tiene, hay que tener más horas aún de vuelo, y eso cuesta. E Iberia ya no contrata, si tiene falta de pilotos, lo hace a través de empresas terciarias. Me parece una lástima que se haya pasado de tener un colectivo hiperprivilegiado (había un tiempo en Madrid en que la conversación habitual con un taxista era criticar a los pilotos de Iberia) a tenerlos terciarizados… ¿no había un término medio posible?

Cuando Guille me avisó que podía llevarme a volar este finde, dije sí sin dudar, pero confieso que una vez que me subí a la avioneta empecé a pensar que igual me iba a marear muchísimo y que no iba a disfrutar nada del vuelo. No fue así para nada, estuvo genial y fue de lo más interesante ver todos los pasos previos, primero fuimos a pedir permiso de vuelo, hay que poner todos los datos del vuelo y el trayecto, que te tienen que autorizar para poder salir. Ya en la avioneta («Charlie Xray»), Guille hace coincienzudamente todo el protocolo de seguridad inicial de rutina y me lo va contando, yo automáticamente adopto el modo sobrecargo y le escucho muy atenta, y cuando mira a derecha y a izquierda al grito de si los flaps suben o bajan bien, yo miro también, vaya a ser que los flaps esos decidan no bajarse o subirse correctamente y tengamos un disgusto. Guille incluso hace un intento de explicarme qué tendría que hacer si él perdiera la conciencia, y a mí me da pena hacerle ver la verdad; que si él se desmaya, lo vamos a tener crudo, porque mi reacción será echarme a llorar y poco más.

Pero bueno, despegamos, apenas lo noté, y el viaje fue muy tranquilo, el instructor nos había dicho que iba a estar movido por el viento, pero no, o por lo menos no me lo pareció, o sencillamente es que Guille pilotó de lujo, que también es bastante probable. Llegamos hasta el puerto de Montevideo, toda la parte de la refinería está prohibido sobrevolarlo (así como cárceles, zonas militares… y suele aconsejarse no sobrevolar la Embajada estadounidense, porque creen capaces a los yanquis de lanzarte un misil sin mayor problema sin importarles el país en el que estén). En el puerto, nos dejó la torre de control del Angel Adami, y pasamos a depender de la de Carrasco, oímos la voz femenina saludando a «Charlie Xray» (algo mosqueada porque no la oíamos al principio y tuvo que repetir), y ya ahí sobrevolamos la bahía, todas las playas, se veía todo perfecto, normalmente los vuelos comerciales suben muy rápido y no puede verse todo con mucha claridad, pero aquí se veían los coches, la gente chiquita, se veía claramente la arteria principal de Bulevar Artigas saliendo de la perfectamente definida «Punta» de Carretas… Cuando llegamos a la altura del hotel de Carrasco, dimos la vuelta, no sin antes escuchar en la radio a la controladora del aeropuerto hablar con el vuelo de Iberia que se preparaba para volar hacia Madrid…

Volvimos, Guille me advirtió que el aterrizaje iba a estar movido, pero de nuevo no me enteré, fue muy suave y llegamos perfectamente. Al parecer he sido la primera pasajera propiamente dicha de Guille, así que queda registrado para la historia…

 

Antígona oriental

Ayer fui al estreno de «Antígona oriental«, una obra a partir de Sófocles con testimonios de presas políticas, hijas y exiliadas de la dictadura uruguaya, que actuaban en la obra haciendo de coro. El texto es el punto de partida para hacer una crítica feroz, no ya a los responsables de la dictadura, sino a su enjuiciamiento por los crímenes cometidos, a toda la cuestión de la Ley de Caducidad, y a la política seguida en todo el tema por el Frente Amplio desde que llegó al poder. Había una gran expectación, varia gente me había comentado del estreno, pero yo sobre todo sabía por Paula.

Porque hace alrededor de un año, en los paseos por la rambla al atardecer que Paula y yo solemos hacer juntas, ella empezó a hablarme de un proyecto en el que estaba empezando a trabajar, una versión «oriental» de Antígona, reescrita y adaptada para incluir aspectos de la dictadura uruguaya. Paula pasó de un cierto escepticismo inicial a sentirse cada vez más involucrada, me iba contando lo duro que estaba siendo escuchar los testimonios de las antiguas presas, a partir de los cuales estaban escribiendo los textos del coro, lo complicado que le estaba resultando conocer esta faceta tan conocida y tan desconocida al mismo tiempo de su propia historia. Yo por mi parte, conforme me iba dando detalles, estaba sorprendidísima que el proyecto viniera avalado y subvencionado por el Instituto Goethe, pues el director estaba a cargo de un alemán, Volker Losch, especializado en este tipo de reescritura de clásicos, con una interacción de actores profesionales y personas anónimas con testimonios poco conocidos.

Había muchísimo público, la sala principal del Solís a rebosar, y creo el espectáculo estuvo a la altura de muchas de las expectativas. Desde el punto de vista teatral, todo era muy simple, la historia clásica de Antígona, desafiando a Creonte para enterrar a su hermano. Es una historia que tiene muchas lecturas, yo me quedé bastante con la idea de que el enfrentamiento Antígona-Creonte, es el enfrentamiento entre el poder estatal y el poder familiar, el Estado frente al clan/familia, siendo Antígona, por ser mujer y por tanto apegada a las tradiciones y costumbres, la representante del poder más reaccionario en definitiva. Aquí la lectura era completamente distinta: Antígona representaba la opresión sufrida doblemente por mujeres anónimas ante el poder autoritario (masculino). El coro, integrado por antiguas presas políticas, empezaba desde el principio relantando testimonios espeluznantes, todas a una contando historias individuales de tortura, prisión, abusos, injusticia, violaciones, huída, exilio y muerte. El punto de partida no podía ser más claro («¡cuando se inicia la dictadura, el movimiento tupamaro estaba derrotado!)… y más discutible (justamente fui con Violeta, una colega de la Embajada, española pero nacida en Uruguay, y que recordaba perfectamente los avisos de bomba y los desalojos de edificios en los meses previos a junio de 1973)… pero los relatos eran impecables, las mujeres hablaban al unísono, contaban cómo fueron violadas, golpeadas, humilladas, a veces había chispazos de rebeldía, de cómo no llegaron a delatar a compañeros, de cómo conseguían pequeños triunfos con sus carceleros… a mí, de todo lo que contaron, lo que más me conmovió fue cómo una madre exigió a los militares que iban a detener a su hija que la dejaran tomar el desayuno antes, y cómo le calentó la leche mientras ella se vestía en su cuarto, pensé que mi madre en una situación así también se esforzaría por regalarme un ejemplo similar de coraje sereno como amuleto de despedida… y luego la que contó, ya en solitario, cómo había extrañado bañarse en el mar mientras estaba en prisión, pero que, ya libre, le era imposible meterse en el Río de la Plata, recordando que los cuerpos de sus compañeros estaban allí sepultados…

La obra tenía momentos durísimos, como cuando el coro denunciaba a torturadores, con nombres, apellidos, lugar de trabajo (¡algunos siguen siendo funcionarios en activo!), y de residencia, o como cuando las tres increparon al Presidente por no haber resuelto aún la cuestión de la Ley de Caducidad («Señor Presidente, ¿cuándo dejó de ser de los nuestros…?»)… en un momento determinado los tres hombres bestiales que dan vida a Creonte piden perdón al público por los crímenes cometidos (el Gobierno uruguayo ya ha anunciado que este marzo pedirá perdón formalmente a Macarena Gelman en nombre del Estado uruguayo), y el coro finaliza su canto (vestidas ahora ya todas de rojo, genial el trabajo de Paula) exigiendo a la izquierda que no de la espalda a la Historia, «¡que se sepa!»

Violeta y yo nos fuimos con Jenny y una amiga suya también actriz, MªElena, al cóctel que daba el Goethe, allí encontramos a Paula, que estaba preciosa aunque agotada porque el proyecto ha sido extenuante y no es el único en el que está ahora. Yo por mi parte seguía con sentimientos encontrados ante el hecho de que todo fuera avalado por el Instituto Goethe… porque una Embajada no puede posicionarse ante un elemento de la política interior del país en el que se encuentra, sencillamente, porque está prohibido. Cierto que el programa indica que el «Instituto no asumía responsabilidad por las opiniones vertidas en la obra» pues no había participado en la elaboración de los textos, pero el aval es claro, es un posicionamiento del instituto cultural de un país sobre la historia de otro. También en el programa, el director alemán justificaba su participación, asegurando que son temas que traspasan fronteras, y que justamente él, como alemán, podía decirlo mejor que nadie: «si hay algo que los alemanes aprendimos de nuestro pasado homicida es que la elaboración del pasado es algo necesario y no se puede hacer de una manera general y magnánima…» Justamente pensando en los nazis, yo lo que más admiro de los judíos es su determinación para que no se olvide la Historia, y el empeño que pusieron en juzgar a aquellos que persiguieron y asesinaron a su gente…

No obstante, quizá soy demasiado diplomática en este punto de mi vida, pero yo nunca hubiera avalado un proyecto así, no hubiera permitido que pudiera acusarse a la Embajada de España de meterse en la Historia uruguaya actual… en realidad, fue lo que se le dijo a Garzón cuando detuvo a Pinochet en Londres, que se ocupara de su propia historia y no de la de los demás… y justamente fue lo que hizo al final, y bueno…

¿Qué pasaporte hay que tener para enjuiciar el secuestro de una adolescente embarazada, su posterior asesinato y la entrega del bebé a unos desconocidos…?

O sencillamente, ¿quién tiene legitimidad para exigir que no se olvide la historia? ¿…y para ayudar a recordarla…?

La Redota

«Che, te vamos a pedir que bajes un poco el tono español… que no se te note mucho el acento, vamos, que aquí los gauchos son muy nacionalistas y sentidos e igual no les gusta escucharte…» Miro a Gaby y Bruno y contesto con mi mejor tono español orientalizado: «No rompáis las bolas… recién le saqué una foto a una gaucha cebándose un mate y me contó que tiene la nacionalidad española porque su abuela era catalana…»

Estoy en Río Negro, exactamente en la Escuela Rural nº9, esperando a la marcha de jinetes… esto forma parte de los actos de recreación de la Redota, que han organizado desde la Comisión del Bicentenario. Me gustan mucho las cosas que están organizando para el interior por el Bicentenario, por un lado, están haciendo oídos a los gustos más tradicionales y conservadores de la gente del interior, pero están intentando ponerle a todo un toque moderno y original… estuvo la coordinación para que todo el país cantara la típica canción «A Don José» al mismo tiempo (grandes pantallas en escenarios en las plazas de las principales ciudades, yo lo vi desde Colonia con Fa, Eli, Yuko, Pilar y Caro, anda que no tuve que insistir para plantarnos en la plaza a las 12 en punto de la noche, porque hacía un frío horrible…)

Y ahora estamos en Río Negro, acompañando al grupo que está recreando la Redota (nota para españoles: la «redota» fue el éxodo migratorio que un grupo de habitantes de la Banda oriental iniciaron siguiendo a Artigas en 1811, hecho que los historiadores marcan como el inicio del carácter nacional uruguayo, pues marcó la diferencia no sólo con los españoles sino con los argentinos… la elección de 2011 como año del Bicentenario viene por esto). Para ello se llamó a aparcerías de todo el país (nota para españoles: en Uruguay hay grupos que organizan romerías a caballo, se encuentran en determinados lugares, y tienen un gran evento con la «Patria Gaucha» en Tacuarembó), y éstas respondieron felices de la vida de poder recrear el Episodio con mayúsculas de la Historia uruguaya. Salieron de San José (el día que todos cantamos la canción), y ahora van por Río Negro, hasta llegar al Ayui en Salto (la originaria Redota cruzó hasta la actual Concordia). Gaby y Bruno me invitaron a viajar durante el día para ver su parada en Young, capital de Río Negro.

Salimos temprano un grupo variopinto (prensa, Magdalena y otros colaboradores de la Comisión, Alberto el Director de Cultura de la Cancillería, incluso unas cooperantes españolas) y a mediodía ya llegábamos a la Escuela nº54 en donde estaban acampados.

 

Allí me quedé como una pieza al descubrir a los normalmente urbanitas Bruno y Gaby totalmente insertos con el paisaje… es entonces que tratan de tomarme el pelo con que debo esconder mi acento… pero yo ya he hablado con los participantes de la marcha y descubierto varios españoles (nota para uruguayos: así somos los «gallegos», estamos hasta en la Redota…), así que los mando a freir puñetas.

El protocolo de paradas normalmente se hacía siempre en torno a las escuelas, en donde los jinetes entregaban unos libros (el Manual de Cómo ser un Perfecto Oriental en 10 volúmenes), una moña del Bicentenario (nota para españoles: los niños de la escuela pública uruguaya van con moña hasta los 12… eso explica muchas cosas del carácter local, obviamente), plantan un ibirapitá (el árbol bajo el cual el Negro Alsina le cebaba el mate a Artigas según la tradición), y un payador inmortaliza el momento con unos versos cantados (según la tradición directamente heredada de los «versolaris» vascos). Todo se hace en la escuela de la zona, porque Uruguay es un país serio laico, y el centro de actividad social de cualquier agrupación de casas en el campo, no es en torno a la iglesia, sino en torno a la Escuela Rural , adonde los niños llegan a caballo incluso, en horarios que coinciden con las jornadas de campo de sus padres, que luego echan horas en mejorar y acondicionar el edificio de la escuela… por eso la Escuela nunca cierra, incluso si sólo tiene tres alumnos, como es el caso de la Escuela nº9, adonde nos adelantamos para la siguiente entrega de libros y demás.

 

Así que primero me lo paso genial viendo a los niños de la Escuela 54 felices de la vida con todas las actividades que les han montado… y luego vemos a la marcha reemprender su camino…

Y llegar a la Escuela nº9, con unos niños tan excitados que apenas pueden contenerse… y de nuevo todo el protocolo de entrega de libros, moña, arbol y canción.

Y luego de camino de nuevo hacia Young…

Nos adelantamos para ver cómo llegan después los jinetes , yo saqué mis fotos de rigor del Artigas de la plaza, el Intendente (Lafluff, del Partido Nacional) nos invita a un asado de cena, y salimos ya de noche de vuelta a Montevideo…

Qué envidia me dan los uruguayos, por tener una Historia sobre la que no se pelean (demasiado)… quién tuviera un episodio histórico que recrear sin que se despertara la Gran Bronca en España… pero a ver quién es el guapo que se pone a recrear las gestas de Viriato, Pelayo, o el 2 de mayo, si en Granada aún tenemos la pelea todos los 2 de enero con los festejos por el fin de la Reconquista… con sus 200 añitos, los uruguayos aún no saben bien lo que es pelearse a tortas por la Historia… ojalá sigan así como mínimo otros 200 años…

¿200 años es mucho o poco?

 BQue veinte años no es nada, decía la canción. ¿Y 200? ¿Son mucho o poco, suficientes o apenas un soplo en el largo huracán de la Historia…? En este año de Bicentenario esa pregunta ha circulado mucho por este país, en realidad la misma designación de 2011 como año de celebración del Bicentenario fue polémica, todavía hoy en los periódicos abundan las cartas al Director con puntualizaciones históricas sobre lo erróneo de elegir esta fecha (que en el fondo son bastante ciertas, Uruguay nació realmente en 1830, pero un Bicentenario en esas fechas, tan alejadas del resto de celebraciones de América Latina, hubiera aislado al país)… lo anecdótico es que elegiendo 1811, la potencia colonial era España, y así Uruguay omite simbólicamente que es el único país de Hispanoamérica que no se independizó de España sino de Brasil… pero todo esto son consideraciones en las que no voy a entrar, porque desde Madrid la idea ha sido muy clara desde el principio, acompañar los festejos de los Bicentenarios en todos los países latinoamericanos, y Uruguay no ha sido excepción.

Al principio la cosa no pintó fácil, me pasé la mitad de 2009 y 2010 buscando alguna contraparte, y ni siquiera estaba nombrada una Comisión… pero a fines de 2010 el tema se activó, se nombró a Gabriel como Secretario Ejecutivo, él se trajo a Bruno, y el Bicentenario uruguayo tomó forma rápidamente… y yo me lo he pasado muy bien trabajando con ellos… estuvo la lectura maratónica del Quijote, cuando nos trajimos a Pepe Guirao y Rafa Doctor, ahora con los graffittis en el muro del Cementerio del Buceo, nos queda aún la fiesta de la colectividad española en diciembre, y bueno, estuvo la celebración de este lunes, para mí fue muy bonito poder ser testigo de parte de la interna de la organización de algo que fue sencillamente increíble, 3 escenarios con actuaciones en vivo durante toda la tarde,  el Cuarteto de Nos, Jorge Drexler, Rumbo, la Vela Puerca, Gilberto Gil, Dani Umpi… la calle 18 de julio dejada a miles de peatones que circularon bajo banderines y luces de colores absolutamente alucinados, yo iba con Gus y Jenny que no dejaban de decir que aquello era insólito, algo nunca visto en Uruguay… en cierto modo, me recordó un poco a 1992, con las Olimpiadas sobre todo, con aquella inauguración impresionante en la que de pronto España entera se creyó que podíamos hacer las cosas bien… ¡qué digo bien, mejor que nadie…! Yo creo que en unos años se podrá ver quizá este 2011 como el año en que los uruguayos salieron de su cascarón de bajo perfil y empezaron a verse como un proyecto con futuro…

Y como con nosotros en el 92, la Fura dels Baus también estuvo aquí, un broche de oro para este día histórico… yo sabía que su contratación no estuvo exenta de polémica, hubo quien dijo que la Fura con sus espectáculares montajes no se adecuaba bien al carácter calmo del oriental que camina con su mate por la rambla, hubo quien dijo que a qué venía gastar tanto dinero, hubo quien dijo que la Fura no sabría hacer nada que medianamente tuviera que ver con el Uruguay, y hubo quien dijo que cómo unos españoles podían ser el plato fuerte de una celebración de Bicentenario (¿200 años es mucho o poco?)

Pero el gobierno lo tenía claro, quería una celebración patria a lo grande, y la tuvieron… aquella muñeca de 8 metros bailando candombe, esa bola gigante de la que «nació», tras romper aguas, la Patria uruguaya, la payadora cantando (luego Carlos Padrissa, unos de los directores de la Fura, me comentó que había investigado el origen vasco de los payadores y que por eso lo había incluído), un tango bailado desde las paredes de la Torre presidencial… luego hoy hemos ido leyendo críticas varias, «espejitos de colores» decía la tira cómica de La Diaria (cuyo crítico de arte, en cambio, puso el espectáculo por las nubes), la mayoría laudatorias, algunos criticando el coste de todo, pero de todas las cosas yo me quedo con la sonrisa de mi empleada, que se fue solita a pasear por 18 de julio dejándose a la familia en casa y se quedó hasta el final, hasta que la muñeca gigante encendió la antorcha para despedirse, qué lindo todo, fue presioso, qué increíble, me contaba ilusionada al día siguiente…

200 años no es mucho… pero sí que puede serlo una sóla noche.

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